domingo, 5 de abril de 2009

"El Maestro" de Santo Tomás de Aquino

El Maestro de Santo Tomás de Aquino Cuestiones disputadas sobre La Verdad, c. 11 Suma Teológica 1 c. 117 Traducción, presentación y anotación de Julio Picasso Muñoz

Fondo Editorial de la Universidad Católica Sedes Sapientiae, Lima, 2008, 131 pp

Cuánto hay que agradecer a nuestro maestro Julio Picasso el que nos provoque con audacia para leer esta obra deliciosa por su contenido aunque descarnada en su presentación literaria. Nos propone en particular a los lectores dos cuestiones de la gran obra de Santo Tomás de Aquino (1225-1274). La primera, El Maestro, que es la undécima cuestión de la colección La Verdad, obra de 29 cuestiones. La segunda es la cuestión 117 de la primera parte de la Suma Teológica, la monumental obra del Aquinate, que contiene en total 611 cuestiones.

Difícil le resultará al lector pensar que no tiene que ver con la didáctica o la pedagogía y sí con la lógica y la hermenéutica. Gratificante resulta adentrarse en la arcana escolástica de la mano del Dr. Picasso en su sobresaliente introducción a la filosofía tomista. Los artículos o unidades básicas de los escritos tomistas se agrupan en torno a una cuestión. Comienza con el título en forma de pregunta, luego da la opinión “`parece”, a continuación expone las dificultades, luego los argumentos a favor y, por último, la solución.

La tesis del libro es que “el maestro no es el que enseña al hombre las ciencias, sino Dios” tal como el mismo Cristo afirma en Mt 23, 8: “Vosotros no os hagáis llamar maestros. Uno solo es vuestro maestro”

En el artículo 1 se plantea si el hombre puede enseñar y llamarse maestro o esto está reservado solo a Dios. Si “enseñar es producir ciencia en otro y los signos sensibles no llegan a la facultad intelectiva, el hombre no puede enseñar a otro hombre. P.50. Citando a Rm 10, 17 nos recuerda que “la fe entra por el oído” y la “ciencia es causada interiormente en el intelecto...el hombre es instruido por Dios”. Concluye que el hombre no es maestro de la ciencia sino administrador. A tal afirmación opone el que Dios sea padre de todos no excluye que el hombre sea padre de verdad. Tras exponer argumentos a favor y en contra expone 18 inteligentes conclusiones; la 8 habla por todas: “l afirmar San Agustín que solo Dios enseña no intenta excluir que el hombre enseña interiormente, sino solo que Dios enseña interiormente.

En el artículo 2 analiza la cuestión ¿puede alguien llamarse maestro de sí mismo? Enuncia 6 argumentos a favor y dos en contra, sentenciando que es indudable la posibilidad de llegar al conocimiento por la “luz de l razón ínsita en él” pero esto ocurre en quien lo consigue por intervención, por tanto “en rigor no puede decirse que sea maestro de sí mismo”.

El artículo 3 analiza la posibilidad de que un ángel enseñe al hombre. Tras hacer un recorrido bíblico y mental con argumentos en pro y en contra, argumenta que “como el ángel posee por naturaleza una luz intelectual más perfecta que el hombre, puede ser causa del saber del hombre por las dos vías (sensitiva, cuando así se aparece al hombre de forma extraordinaria, y de forma invisible como acaece de forma ordinaria.

Por último plantea si la enseñanza es un acto de vida activa o contemplativa. “La vida contemplativa es el principio de la activa y ésta nos dispone a la contemplativa.

En la segunda parte se analiza la cuestión 1, 117 de la “Suma Teológica” y que tilula “de lo que pertenece a la acción del hombre” con cuatro cuestiones casi paralelas a las de la primera parte: si el hombre puede enseñar a otro causando la ciencia en él, si el hombre puede enseñar a un ángel, si puede producir cambios en la materia corporal con la sola capacidad de su alma, si el alma humana separada puede mover localmente los cuerpos. Sobre lo primero afirma que “el docente causa la ciencia en el discípulo haciéndole pasar de la potencia al acto” (p.113), “los hombres puede manifestar a los ángeles sus pensamientos íntimos hablando con ellos” (p.120); “ni los ángeles pueden inmutar la materia corporal con su virtud natural” p.124.

Confiesa el traductor y editor que lo novedoso del trabajo es la presentación conjunta del “De Magistro” y de su lugar “paralelo” en la “Suma Teológica” con el fin de incentivar en el Perú el estudio de la filosofía perenne, cuyo máximo exponente cristiano es el Doctor Universal, Dux Studiorum, Santo Tomás de Aquino, en quien la Iglesia ha depositado su confianza (p.39).

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