miércoles, 17 de junio de 2009

Camino a Damasco. El inicio de una vida nueva

Estamos en el sprint final del año jubilar paulino y Lima lo corona con una exposición de primera, la que sirvió como inauguración en el Vaticano, gracias a la Conferencia Episcopal Italiana y a Comunión y Liberación. Aquí estará en los claustros de San Francisco, junto a la plaza de armas. Les comparto un extracto de del texto del folleto de la muestra:

El cristianismo es el anuncio de un hecho que ha alcanzado y transformado nuestra vida. Eso se comunica normalmente en el encuentro de una persona con otra persona. Cada comunicación para ser verdadera y persuasiva debe ser comunicación de sí: nosotros comunicamos verdaderamente solo aquello que nos ha impactado primero a nosotros.

Esto nos enseña Pablo que a todos ha anunciado aquello que había encontrado – Cristo resucitado -, por el cual había sido conquistado y transformado: <<Para mi vivir es Cristo>>.

La vida de Pablo, de perseguidor a testigo, es la nueva identidad surgida por el evento que le ha sucedido “camino a Damasco”, se ofrece a cada uno como ocasión para una verificación de la propia vida y de la propia fe, al punto de ser incitados a una pasión más intensa de comunicar a los demás aquello que se ha (re)descubierto verdadero para sí mismos.

Esta guía breve a la muestra contiene algunas intervenciones de los curadores que presentan el filo rojo de las respectivas contribuciones; inicia señalando algunas profundizaciones que remiten al catálogo del cual se subraya como original contribución la entrevista a Marta Sordi que profundiza el contexto religioso, cultural, social y político en el cual ha vivido Pablo.

Los promotores. La muestra itinerante ha sido promovida por el Servicio Nacional para el proyecto cultural de la CEI que ha propuesto la realización a Itaca en virtud del hecho que, además de ser la casa editorial, también opera en el sector de la promoción cultural mediante la producción de muestras itinerantes.

Esta se coloca al inicio del Año Paulino como instrumento para hacer conocer la vida y las enseñanzas de San Pablo, del cual como nos ha recordado Benedicto XVI, aprender la fe – verdadera respuesta a las preguntas más profundas del hombre – y su pasión por el Evangelio, del cual todos nosotros tenemos profunda necesidad.

El recorrido de la muestra

La exposición se articula en dos secciones y en un epílogo. La primera sección, siguiendo la narración de los Hechos de los Apóstoles, reconstruye los momentos resaltantes de la vida de San Pablo, desde Jerusalén (martirio de San Esteban) a Roma (martirio de San Pablo), considerada en el contexto de la historia y de la misión de la Iglesia de los orígenes.

Cada panel presenta una imagen con carácter artístico o arqueológico sobre los lugares paulinos; el mapa geográfico, la concordancia narrativa; citas dichas en los Hechos o de las Cartas; el comentario que hace salir estilos y contenidos de la predicación de Pablo, su obra de edificador de la Iglesia, la personalidad de hombre aferrado por el Señor.

La segunda sección, en la cual tiene gran importancia el embellecimiento iconográfico, nos presenta en la humanidad de Pablo, en su nueva identidad, fruto de la sorprendente iniciativa de Dios, la fuente de verdadera libertad. Aferrado a Cristo, Pablo lo anuncia a todos como el único en quien se encuentra salvación: así, donde quiera que llega, genera comunidad. Ensimismado con Él hasta incluso compartir la pasión, él participa en su victoria y muestra el destino de gloria al cual es llamado cada hombre.

Emerge así la estatura de una de las personalidades que más han marcado y dado forma a la civilización occidental. En él el drama de la existencia ha encontrado una singular conciencia, expresada en sus cartas, y un apasionado testimonio, hasta el martirio, de la verdad encontrada, en nombre de la cual era cordialmente abierto al encuentro y al diálogo con todos, desde el humilde carcelero de Filipo hasta el poderoso primer ministro de la corte imperial y jefe del estoicismo romano, Séneca.

El epílogo condensa en una imagen la misión de la Iglesia en el mundo. Gracias a la acción del Espíritu Santo, estrecha entorno a Pedro y Pablo, ella se muestra como una nueva ciudad en la que se concretiza “un modo nuevo y auténtico de ser hermanos, hecho posible por el Evangelio de Jesucristo” (Benedicto XVI), ofrecido a todos los hombres.

Conocer y confrontarse con su enseñanza y su testimonio permite afrontar los temas más profundos de la vida personal y social. San Pablo, de hecho, en el diálogo y en la confrontación con la cultura judía y helénica, ha mostrado la novedad del cristianismo y delineado una forma nueva en las relaciones entre los hombres en las que las divisiones entre judíos y griegos, entre esclavos y libres, entre hombre y mujer son superadas en el origen de la común pertenencia a Cristo. En tal modo, es anunciando a Cristo como aquél que ha derribado el muro de separación entre Hebreos y paganos, “venciendo la enemistad”, indicaba el cambio del corazón, fruto de la adhesión a Cristo, como camino de la fraternidad y de la paz entre los pueblos.

Los curadores

La muestra, pensada y coordinada por mí, es el fruto del trabajo de diferentes colaboradores. La primera sección ha sido curada por el p. Giorgio M. Vigna, ofm., comisario de Tierra Santa en Piemonte, en colaboración con el Studium Biblicum Franciscanum de Jerusalén; la segunda sección, que desarrolla cuatro temas, ha sido curada por don Gianluca Attanasio y don Jonah Lynch, de la Fraternidad Sacerdotal de los Misioneros de San Carlos Borromeo. Sandro Chierici, historiador de arte y director editorial de Ultreva, es el autor de la investigación y del comentario iconográfico.

Las imágenes no son decorativas. Aquellas de carácter arqueológico indican que la de Pablo es una historia real y que ha vivido la fe dentro del contexto religioso, cultural, social y político de su tiempo; aquellas de carácter artístico muestran la interpretación que de los hechos o de la personalidad de Pablo ellas han dado.

En la fase de realización ha sido determinante el aporte del diseñador gráfico Andrea Cimatti, que ha sabido dar a la riqueza de los materiales – textos e imágenes – puesta a disposición de los curadores una forma que alguno ha definido “espectacular”, adjetivo que define algo que atrae la mirada, que impacta en primer lugar a los ojos y, a través de ellos, provoca un movimiento del corazón y de la mente.

Comentarios Finales

Cuando en diciembre de 1989 fundé Itaca, elegí éste nombre después de la lectura de una frase en la cual Mircea Eliade describe a Ulises como emblema del hombre que en el viaje de la vida arriesga de perderse, como en un laberinto, y sin embargo tiende siempre a volver a Itaca para encontrar la casa. Es decir el afecto en el cual la vida encuentra su consistencia, como dice Santo Tomás: <<La vida del hombre consiste en el afecto que principalmente le sostiene y en el cual encuentra la satisfacción más grande>>.

La muestra tiene como trasfondo las preguntas que acompañan, a menudo inconscientemente, la vida de cada hombre: ¿quién puede hacer feliz al hombre, protagonista de la propia vida y responsable frente al mundo?

¿Quién puede ser respuesta adecuada a su deseo, porque, si uno es leal con la experiencia, es “deseo infinito” de infinito, que no puede nunca detenerse definitivamente sobre una cosa, porque como decía Montale, <<todas las imágenes llevan escrito “más allá”>>. Más dramáticamente escribía Rebora: <<Cualquier cosa tú digas o hagas/ hay un grito adentro: / ¡no es por esto, no es por esto! / Y así todo remite / a una secreta pregunta…>>.

¿Qué da sentido al vivir y al morir, qué hace que los instantes de la vida, las acciones, las palabras no sean presa de la nada y el hombre <<una pasión inútil>>, como decía Sartre? El epílogo de la muestra se conecta a otro grupo de preguntas: ¿Qué vence la extrañeza y la enemistad que con tanta facilidad y tan a menudo se anida en las relaciones entre los hombres, y puede permitir el acontecer de la unidad entre hombre y mujer, entre jefe y dependiente, entre judíos y griegos, entre las culturas y los pueblos, por todos deseada y deseada y que aún parecen de imposible realización?

Si estas preguntas son verdaderas y continúan, más allá de cada anestesia fruto de la mentalidad que respiramos cada día, acogiéndola en lo profundo del corazón de cada uno, ¿quién puede despertarle si no un testimonio, uno que sus ojos han visto, metiéndonos en la escuela de quien también nosotros podamos ver? Para volver a Itaca y reencontrase así mismo y la amistad con los demás hombres, Ulises – cada uno de nosotros – debe meterse en la escuela de Pablo.

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