sábado, 2 de junio de 2012

Memorias de Monseñor Alcides Mendoza, primer obispo de Abancay y arzobispo emérito del Cusco

Al servicio de Dios. Memorias de Monseñor Alcides Mendoza, primer obispo de Abancay y arzobispo emérito del Cusco. Entrevista de Carmen Elena Villa.

Círculo de Encuentro, Lima, 2012, 177 pp

Es un deleite conocer la historia reciente de nuestra Iglesia de primer mano a través del testimonio de sus pastores. Pocos tan entrañables y ricos de contenido como el de Monseñor Alcides Mendoza, primer obispo de Abancay y arzobispo emérito del Cusco, nacido el 14 de marzo de 1928 en La Mejorada (Huancavelica), ordenado sacerdote el 15 de septiembre de 1951 y nombrado obispo por Pío XII en 1958. Toda una “reliquia” viva de nuestra iglesia, uno de los pocos obispos vivos ordenados por Pío XII, padre conciliar del Vaticano II, quechuaparlante, infatigable catequista desde su encuentro siendo un niño con los misioneros redentoristas, “monjero” (por la cantidad de comunidades religiosas que ha acogido en sus diócesis), amante de la Virgen (su lema “con María, Madre de Jesús”, lo dice todo).

La obra recoge una formidable entrevista de una profesional del periodismo, laica consagrada, Carmen Elena Villa, quien nos comparte las “siete intensas jornadas de trabajo en su casa en Chaclacayo” en nueve capítulos bien estructurados: Sobre su vida y vocación, su ministerio episcopal, el Concilio Vaticano II, la Iglesia en América Latina, Alemania, las enseñanzas de Jesús, la piedad filial a María, la Eucaristía y el sacerdocio. Con suma delicadeza pero con la mayor libertad, la autora de la entrevista conduce hábilmente la entrevista por la trayectoria vital, vocacional, humana, misionera, de Monseñor Alcides, quien abre su alma de par en par; así, por ejemplo no tiene reparos en hablarnos de cómo le corregía su propia mamá aun siendo obispo, o nos revela el momento íntimo y cordial de su vocación con la íntima descripción de su encuentro con Monseñor Víctor Álvarez, obispo de Ayacucho, salesiano.

Yo me lo he leído de un tirón y siento que ustedes van a hacer lo mismo. Porque el libro tiene garra en su contenido –la vida de Monseñor Alcides- y en su continente –la cuidada edición y esmerada presentación- Y, como valor añadido, sus fotos, una –la de la contraportada con Monseñor Alfonso Carinci –el obispo más anciano, 101 años- y él –el más joven- 34.

Les comparto la introducción de la autora: http://www.americalatina.va/content/americalatina/es/publicaciones/otras-publicaciones/al-servicio-de-dios.html

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¿Qué balance de su vida pastoral puede hacer un obispo latinoamericano tras más de medio siglo de ejercicio de su ministerio?, ¿cómo un humilde niño de un pueblo de los Andes pudo acceder a las mayores dignidades de la Iglesia y que tipo de labor ha realizado?, ¿qué enseñanzas del Evangelio le son más preciadas para la comunidad en la que tuvo que actuar? Para responder estas interrogantes tuvimos la bendición de sostener una larga entrevista con monseñor Alcides Mendoza, uno de los obispos más paradigmáticos del Nuevo Continente. Tras siete intensas jornadas de trabajo en su casa en Chaclacayo, muy cerca de Lima, sus respuestas y comentarios dan cuerpo a este libro.

Monseñor Alcides fue en su tiempo el obispo más joven del mundo. Tenía solo 30 años cuando el papa Pío XII lo nombró primer obispo de la diócesis de Abancay. El, junto con el cardenal brasileño Eugenio de Araujo Sales, arzobispo emérito de São Sebastião do Rio de Janeiro, son los únicos obispos vivos nombrados por el papa Pacelli. El protagonista de este libro también fue el más joven en participar del Concilio Vaticano II con solo 34 años de edad.

Ha conocido personalmente a cinco papas: Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI. A los dos últimos los recibió en su arquidiócesis del Cusco. Al primero como pontífice y al segundo cuando todavía era cardenal.

Tradujo el misal y las oraciones católicas al quechua, los cuales posteriormente fueron aprobados por la Santa Sede, y ha sido el primer sacerdote en la historia en celebrar misa en ese idioma.

Gracias a la narración del protagonista pudimos conocer la impresionante y a la vez sencilla historia de como el Señor lo llamó a ser su sacerdote en medio de la vida campesina del pueblo de La Mejorada, ubicado en el departamento de Huancavelica, en los Andes peruanos.

Monseñor Alcides nos permitió compartir con él su inte­resante trayectoria. Primero como obispo de Abancay, luego como vicario castrense del Perú y más adelante como arzobispo del Cusco. Además, nos contó sus experiencias personales y sus reflexiones sobre el Concilio Vaticano II, reunión en la que participaron 2.500 obispos de los cuales hoy solo viven 34.

Nos llamó especialmente la atención que, durante las jornadas de entrevista, nos hubiera querido hablar no solo de sus aciertos y buenas obras en estos 60 años de vida sacerdotal y 54 de vida episcopal sino también de sus yerros y cómo estos, si se saben asumir, resultan siempre una invitación para ganar en humildad y afinar la lucha contra el pecado y el hombre viejo.

Conscientes de la profunda riqueza espiritual de este arzobispo, quisimos también recoger reflexiones sobre la Iglesia en América Latina, en Alemania (por su gran cercanía con este país), las enseñanzas de Jesús, la piedad filial mariana, la Eucaristía y el sacerdocio.

Con este libro queremos rendir un homenaje y al mismo tiempo difundir la experiencia y las reflexiones de este pastor quien, a pesar de sus grandes méritos, no se cansa de repetir la frase del Magnificat: «Ha visto la humildad de su esclava y por eso ha hecho cosas grandes en mi el que es Poderoso» (Lc 1, 49).

Lima, noviembre de 2011

Carmen Elena Villa Betancourt

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